miércoles, octubre 18, 2006

LA NACION 15 DE OCTUBRE




Reclamo vecinal: temen que los servicios colapsen de acá a diez años
Piden parar las edificaciones sin control
El boom inmobiliario afecta especialmente a Palermo, Belgrano, Flores, Caballito y Villa Urquiza; falta un nuevo plano urbano
Mientras la nueva población de torres y edificios va dando otra fisonomía a Buenos Aires, que pierde una casa cada dos días, el desarrollo explosivo de la construcción ha provocado una creciente movilización vecinal: en distintos barrios piden que cesen las edificaciones por el posible colapso de la red cloacal y de los servicios, además de la preferencia de muchos por vivir en zonas de casas bajas. De enero a agosto pasado, la Dirección General de Fiscalización y Catastro del gobierno porteño autorizó la construcción de 1.909.348 metros cuadrados, lo que equivale a un aumento del 42,7 por ciento respecto del mismo período de 2005 -1.338.293 m2- y del 123,7% respecto de la crisis económica, en 2001, cuando se autorizaron 853.651 m2, según datos suministrados a LA NACION por el Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Metropolitano (Cedem). Caballito, Palermo, Flores, Villa Urquiza y Belgrano son los barrios con mayor edificación y en ellos se concentra casi el 50% de la superficie aprobada en toda la Capital. Allí, vecinos agrupados en asociaciones alzaron su protesta cuando las calles se poblaron de andamios y albañiles. Incluso, hubo denuncias por la baja de energía eléctrica, los cortes en el suministro de agua y hasta inundaciones por la sobresaturación de la red cloacal (ver aparte). Hoy el Código de Edificación permite la construcción de estas torres y edificios que se levantan en terrenos donde antes había una casa, pues hace tiempo que no hay lotes libres en la ciudad. En lo que va del año se demolieron más de 160 viviendas y galpones en una urbe que ya tiene unas 30.000 unidades de más de cinco pisos. "Todo lo que se construye está permitido. El Código no dice que donde hay casas no se pueden levantar edificios... Hay cinco proyectos de ley presentados en la Legislatura para modificar esta situación. El reclamo de los vecinos merece ser atendido. Pero tampoco se le puede poner una tapa a Buenos Aires, porque si se prohíbe la construcción, los valores de las propiedades subirían ante tanta demanda y poca oferta", dijo a LA NACION el diputado Alvaro González, presidente de la Comisión de Planeamiento Urbano de la Legislatura. Enrique García Espil, vicepresidente del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo, criticó la falta de un plan estatal sobre la ciudad que se quiere. "Buenos Aires no tiene un proyecto, cosa que es un disparate. Es obligatorio formular un plano urbano, pero pasaron diez años [de la sanción de la Constitución porteña] y nunca se hizo nada. Creo que si se reformara el Código, lo primero que querríamos es que hubiera barrios de más altura, y barrios bajos. Y hoy están mezclados." Según Hugo Mennella, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina, el boom edilicio es positivo. "La construcción es muy alentadora, porque va cambiando la fisonomía del barrio, se va modernizando y se incrementa su nivel poblacional", dijo. Nuevos propietarios Los nuevos condominios en las citadas zonas están orientados a personas con buen poder adquisitivo, ya que el metro cuadrado oscila entre 1200 y 2500 dólares. "Los que hoy compran estas viviendas son argentinos que viven en el exterior, los que están dolarizados, y los extranjeros", dijo el diputado González. La pregunta que surge es: ¿puede la infraestructura de la Capital resistir semejante crecimiento inmobiliario? Ingenieros, arquitectos, funcionarios y urbanistas, a pedido de LA NACION, estimaron que si se mantiene este ritmo en la construcción sin una adecuada inversión para modernizar la red cloacal y pluvial, que data de 1920, los servicios colapsarán en poco más de 10 años. El ingeniero Silvio Bressan, director del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad Regional Buenos Aires de la Universidad Tecnológica Nacional, opinó: "La red pluvial y cloacal es de principios del siglo pasado, cuando mucha superficie era descubierta. Cuando llovía, el alto porcentaje del agua se la llevaba el terreno. Hoy la superficie se ha impermiabilizado y entonces el agua no es absorbida, se escurre por la superficie, lo que, en ocasiones, provoca inundaciones", sostuvo Bressan. ¿Y que dice el Estado? Juan Gilli, director general de Interpretación Urbanística del gobierno porteño, reconoció el problema. "Los primeros resultados de los estudios sobre los servicios indican que muchos sectores pueden resistir la llegada del boom de la construcción. Pero es lógico que si no se invierte en infraestructura de la misma manera en que crece la construcción, en un futuro habría problemas", dijo. El Ministro de Obras Públicas y Planeamiento, Juan Pablo Schiavi, aseguró que la infraestructura de la ciudad no está en estado crítico. "Es cierto que si no hay inversiones la situación se complicaría, porque durante años no se invirtió ni un peso, pero hemos dado un paso importante: firmamos un convenio sobre el cual pasaremos a tener control y planeamiento sobre AySA. Y habrá una fuerte inversión, que permitirá a los vecinos mejorar sus servicios", dijo Schiavi a LA NACION. Por Pablo Tomino De la Redacción de LA NACION
Historias de quienes ya no viven tranquilos
Vecinos de Caballito, los más quejosos
Hace 16 años Guillermo Rey compró su primera vivienda en Caballito: un departamento de tres ambientes que había elegido porque todas las mañanas el sol iluminaba el comedor. Eso fue hasta abril último, cuando comenzó a levantarse una torre de seis pisos y, así, la luz de la mañana ya no brilló más. Pero eso sólo fue el comienzo. Pues durante los últimos tres meses el departamento de la familia Rey sufrió roturas en el techo, rajaduras en las paredes y el patio se convirtió en un campo minado por restos de material de obra que suelen desprenderse de la torre que se levanta junto a su casa. "Lo primero que se deterioró fueron las paredes del dormitorio de mis hijos. Como la obra se levantó sobre la medianera, ingresó mucha humedad. Tuvimos que cambiar el placard de lugar. Al poco tiempo comenzaron las rajaduras y filtraciones", dice Rey y agrega que la situación explotó cuando una chapa de 3 metros por 1,20 metros cayó al patio de su casa. "Menos mal que no había nadie. Presentamos una denuncia en la comisaría 10a." Pero en la comisaría sólo le incautaron la chapa. "En mi casa las cosas se estaban complicando. Lo peor que nos sucedió fue cuando un operario traspasó la pared del cuarto de los chicos con un martillo neumático", dice. Fue así como Rey radicó una nueva denuncia y decidió demandar a la empresa constructora para que se hiciera cargo de los recurrentes daños que ha sufrido su propiedad. "El gobierno no hizo nada. Presentamos el caso en el CGP 6 y nos llamaron a una mediación. En las dos primeras reuniones no se presentó nadie de la empresa. Ahora nos queda una más y después veremos qué acciones legales tomaremos", concluye Rey.
* * *
María Cristina La Torre tiene 55 años y nació en la misma casa donde hoy vive: en el 700 de la avenida Avellaneda, en Caballito. Dice que su propiedad ha sufrido algunos inconvenientes por la construcción de numerosos edificios en la zona. Recuerda que hace una década tenía un sótano que usaba como biblioteca y estudio. Allí, había colecciones de libros. Era un lugar limpio y tranquilo hasta que estalló un caño de la cloaca y el lugar se llenó de desperdicios. "Tuvimos que desalojar el sótano y convertirlo en un depósito. El caño se arregló y se rompió unas cuatro veces más. Demandamos al servicio que provee el agua", comenta La Torre. La mujer está convencida de que la presión que ejercen las instalaciones de las cloacas de los nuevos edificios podría haber sido el detonante de este problema.
* * *
La familia de Gustavo Desplats hace añares que vive en Caballito. Su bisabuelo compró un terreno en el 544 de la calle Hidalgo y comenzó a construir la casa que heredó el vecino. Desplats recuerda que cuando él era niño el barrio era fresco y silencioso. Se podía ver el sol por todas partes y las mañanas eran tranquilas. "Ahora para ver el cielo hay que levantar bien la cabeza", dice. Desplats tiene una casa con un amplio patio, cuyo fondo limita con un departamento que está siendo demolido. "Todas las mañanas hacen mucho ruido. La empresa no tiene autorización para demoler el lugar, pero nada, ni nadie, le impide que siga con su trabajo. Es una costumbre que han tomado todas las empresas constructoras para evitar que los edificios por demoler sean usurpados", explica. Por ahora Desplats asegura que su casa no ha sufrido ningún problema, sólo la geografía y fisonomía del lugar han cambiado. Jesús A. Cornejo
Sin poder de policía
Por Fabiana Martínez Para LA NACION
Todo lo que se ve es la acometida voracidad inmobiliaria que destruye nuestra arquitectura histórica. Lo más contradictorio de esta situación es que a partir del desdoblamiento del área de Planeamiento y Obra Pública, por un lado, y la Dirección General de Fiscalización de Obras Catastro, por el otro, comenzaron los problemas. Porque la primera es la que regula la normativa y la ejecución de las Obras de Infraestructura, pero nunca se entera de la cantidad "indiscriminada" de permisos que otorga el gobierno desde Fiscalización de Obras Catastro. Obviamente porque estos permisos no requieren previa consulta al área de Planeamiento, ya que el Código lo permite; por lo tanto, no se les puede pedir a los funcionarios que apliquen su sentido común al firmar la autorización de estas obras, tampoco se les paga para que hagan uso del más común de los sentidos. Pero los vecinos -me incluyo- denunciaron la ejecución de demoliciones clandestinas. La normativa exige tener un permiso de demolición otorgado por el gobierno, pero este organismo no ha ejercido su poder de policía. La autora preside la Asociación Mutual de la Sociedad Central de Arquitectos.

No hay comentarios.: